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Para hacer frente a la urgente necesidad de atajar el cambio climático y lograr la neutralidad de carbono para 2050, la Unión Europea (UE) ha introducido un ambicioso marco regulador de las energías renovables. Este marco, construido en torno a directivas y reglamentos recientes, encarna la determinación de los Estados miembros de acelerar la transición energética, reforzando al mismo tiempo la competitividad económica y la justicia social.
El marco europeo se sustenta en dos instrumentos legislativos clave. Las directivas establecen objetivos que los Estados miembros deben incorporar a sus ordenamientos jurídicos nacionales, garantizando una aplicación adaptada en toda la Unión. En cambio, los reglamentos son directamente aplicables y exigibles en todos los Estados miembros de la UE, lo que proporciona una norma jurídica uniforme sin necesidad de transposición nacional
Adoptada en 2023, la directiva RED III fija objetivos clave: 42,5% de energías renovables en el mix energético europeo, con un objetivo indicativo del 45%. Esta ambición se desglosa por sectores
Un mecanismo europeo de financiación reforzará la cooperación entre Estados miembros para proyectos transfronterizos. Esta solidaridad pretende compensar las disparidades de recursos e infraestructuras.
Cada Estado miembro elabora un Plan Nacional Energía-Clima (PNEC), adaptando los objetivos europeos a sus realidades nacionales. Algunos ejemplos ilustran estos esfuerzos :
Objetivo global: 44% de energías renovables para 2030.
Objetivos sectoriales:
Tecnologías prioritarias:
Objetivo global: 43% de energías renovables.
Objetivos sectoriales:
Tecnologías clave: eólica terrestre (10,2 GW), marina (9 GW), solar (8 GW).
Objetivo global: 49% de energías renovables.
Objetivos sectoriales:
Tecnologías prioritarias: solar (48%), eólica (29%), hidráulica (19%).
Objetivo global: 48% de energías renovables.
Objetivos sectoriales:
Visión a largo plazo: un consumo de energía renovable estimado en el 97% para 2050, con un 100% de electricidad renovable.
La Comisión Europea, renovada en 2024, ha establecido nuevas prioridades para hacer frente a los acuciantes retos energéticos. Éstas se centran en reducir los costes de la energía y disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, reforzando así la seguridad energética en toda la Unión.
Además, la Comisión pretende reforzar la inversión en infraestructuras de energías renovables, haciendo especial hincapié en las asociaciones transfronterizas para optimizar los recursos y conocimientos compartidos. Para acelerar la transición, los esfuerzos también se dirigen a simplificar los procedimientos administrativos, facilitando el desarrollo y el éxito de los proyectos locales
El marco regulador europeo refleja la determinación colectiva de construir un futuro energético sostenible. Sin embargo, el éxito depende de la capacidad de los Estados miembros para combinar políticas ambiciosas, movilización local y financiación adecuada. La pregunta sigue siendo: ¿con qué rapidez transformarán estas medidas nuestros sistemas energéticos a largo plazo?
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